Por Antonio Enrique González Rojas
Una de las propuestas más llamativas de la actual Muestra de cine español del nuevo milenio, que del 10 al 22 de septiembre se desarrolla en el cine 23 y 12, es sin dudas Nadie quiere la noche (2015), la más reciente cinta dirigida por Isabel Coixet (Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras, Mapa de los sonidos de Tokio), una de las voces autorales significativas de la contemporaneidad fílmica de España y el mundo. Invitada Antonia Nava, la productora de la cinta, al evento, por sus organizadores Miguel Burgos y Jaime de los Santos, los tres visitaron la EICTV como colofón a la previa proyección especial de Nadie quiere… en la sala Glauber Rocha, y en este mismo espacio dialogaron con el alumnado y el claustro de la escuela.
Involucrada en proyectos internacionales de altas miras estéticas como El maquinista y comerciales como Transiberiano (ambas de Brad Anderson, 2004 y 2008), la Nava comentó respecto a la obra protagonizada por la francesa Juliette Binoche y la japonesa Rinko Kikuchi, que al conocer “el guion de Miguel Barros me pasó lo mismo que con casi todas las películas que he hecho: realmente uno se lee un guion que llega no a tu corazón, sino al registro analítico de tu cerebro e intuyes que es para ti, que lo puedes hacer, o que vas a poder aportar. Inmediatamente se convierte como en una especie de misión, así somos los productores. Muchas veces se cree que nosotros solo trabajamos con dinero, con las finanzas, y creo que para ser buen productor tienes que ser muy pasional, tienes que tener una gran pasión por lo que haces. Dicho lo cual, una vez leído este guion llamé a Andrés Santana, mi asociado, y le dije que aparte de hacer producción ejecutiva me gustaría producir con él esta película. A partir de ahí llegamos a un acuerdo y empezamos a montar un aparato de financiación. A la vez, le pasé el guion a Isabel Coixet y ella me respondió: ¿para qué me habéis enviado este guion? porque como ella también escribe, pensaba que quizás queríamos hacerle una corrección y le dije: es para que dirijas. Isabel, que es muy emotiva, me dijo: pues me alegro, a esto no le sobra ni una coma. A partir de ahí pues comenzamos el proceso de búsqueda de financiación”.
La película relata los avatares de Josephine, mujer adinerada y culta que se dirige hacia el Polo Norte para reunirse con su esposo, el explorador Robert Peary (interpretado por Gabriel Byrne, fue un explorador estadounidense que alegó ser la primera persona en arribar al Polo). En su viaje conoce a una mujer esquimal (encarnada por Kikuchi, quien ya había trabajado con la Coixet en Mapa de los sonidos de Tokio), con quien se une, a pesar de las diferencias culturales y personales, para sobrevivir las condiciones de la tundra. Coproducida entre España, Francia y Bulgaria, Nava explicó que se rodó “en exteriores naturales en Noruega, en estudios de Bulgaria y también en Tenerife (…) El recorrido geográfico en Europa fue bastante amplio. No llegamos a tener coproducción con Noruega. Lo intentamos. De hecho invertimos ahí mucho tiempo y eso, lógicamente, implicó financiación. Creo que en el fondo lo noruegos pensaban: ah, estos españoles, con la crisis, van a mandar la aplicación pero nunca van a arriba aquí. Yo pienso que no nos tomaron en serio, de verdad. Al final rodamos allá y de Noruega nos trasladamos a Bulgaria y de ahí a Tenerife. Toda la pospoducción está hecha en Barcelona”. Bulgaria fue clave para la concreción del proyecto pues “tiene los famosos estudios Boyana, construidos durante la época de la Unión Soviética, y todos los estudios soviéticos son fantásticos. Tienen amplitud, instalaciones seriales, y los han mantenido. Teníamos dos platós, uno de dos mil y otro de dos mil quinientos metros cuadrados, pues en Europa tampoco es tan sencillo encontrar esas dimensiones. En ambos estudios construimos la parte de los campamentos, del pueblo y algunas otras localizaciones”.
La signatura creativa de Isabel Coixet repercutió en los resultados finales, a partir del diálogo establecido con el texto escrito. Antonia Nava explicó que aunque la directora “no escribió el guion original, sí lo transformó. El guion original era más épico, tenía secuencias con más acción, pero Isabel prefirió buscar una historia más íntima entre las dos protagonistas”, aunque “a ella siempre le fascinó el guion, desde la primera hasta la última página: la arquitectura, lo bien narrada que estaba la historia”.
Ganadora de cuatro premios Goya en 2015 en las categorías de Banda sonora original, dirección de producción, vestuario y peluquería, de dos Gaudí (Academia del Cine Catalán) por el maquillaje y la peluquería, Antonia Nava comentó que “la película ha tenido un recorrido internacional muy bueno, siendo la primera película española que inaugura la Berlinale, en 2015, y sobre todo por estar dirigida por una mujer, y clausuró la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Se estrenó en noviembre pasado en salas de España y hora continúa por otros países: Australia, Nueva Zelanda. Esperemos tenga un recorrido comercial importante”.
El nombre de la Binoche sin dudas cualifica y subraya cualquier filme donde aparezca, amén de aparecer la Coixet como directora. “Teníamos una lista de actrices con las posibilidades para interpretar ese papel”, comentó la productora, “ya que realmente son dos actrices, pero el personaje de Juliette Binoche lleva la historia, debe llevarla. En el mundo de la producción internacional, entra el factor del casting, de hallar el talento, que es complicado, muy complicado. Ella estaba en la lista inicial, y realmente fue Isabel Coixet, en un encuentro que tuvieron en un festival de cine, creo que en Biarritz, quien pactó con ella. Anteriormente querían trabajar juntas y en ese momento pues ella le dio el guion, que tardó bastante en leer según me contó, a pesar de la amistad y unas ganas de trabajar juntas. Pero la reacción de Juliette ante el personaje fue muy contundente. Eso influye muchísimo: el poder de una actriz o un actor a la hora de involucrarse. Ella lo hizo por pura pasión”.
Normalmente recluida al anonimato, la gestión del productor para llevar a buen puerto un proyecto como este, requiere de paciencia para ir articulando un puzzle donde engarcen óptimamente todas las partes que logra involucrar. La Nava comentó que la coproducción final fue de “diez por ciento por parte de Bulgaria, veinte de Francia y setenta de España. El presupuesto estuvo alrededor de los seis millones de euros, y al principio tuvimos que tener paciencia porque cuesta un ,tiempo armar esa financiación y encontrar los socios adecuados. El promedio actual en España está alrededor de los 1.2 millones por película. Tuvimos mucha suerte. En España tuvimos todo lo que en aquel momento podíamos tener. (…) Conseguimos apoyo del Instituto de Cinematografía de Asturias, del Instituto de Cinematografía de Cataluña, la Televisión Española, TV 3… En Francia también tuvimos suerte al encontrar una empresa que apostó firmemente y en Bulgaria también, pues fue una de las cuatro películas que ese año el país decidió aportar financiación. También incidimos en Eurimage, un fondo donde también conseguimos presupuesto. Es una época muy convulsa en mi país. Cuando filmábamos en Noruega, yo no quería ni leer los e-mails que Andrés Santana me mandaba desde Madrid. (…) Afortunadamente se solucionó todo, y mientras tanto tuvimos también el apoyo de MediaPro, esst empresa española muy grande. Hubo además que pedir rescate financiero a compañeros”.