Un fundador ante la potencialidad de lo inédito

Por Joel del Río

El extraordinario reconocimiento que logró la obra literaria de Gabriel García Márquez en los años ochenta, incluido el premio Nóbel de literatura, fue colocada al servicio de crear, presidir e impulsar, desde 1985, la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL) definida por su creador en los siguientes términos:

Es obvio que una Fundación no puede inventar un movimiento cinematográfico como lo es el del Nuevo Cine Latinoamericano. Lo que sucede es que nosotros nos hemos dado cuenta de algo que es evidente. Y es que existe. Es una explosión de un cine nuevo en América Latina. Lo que estamos tratando es de crear condiciones para impulsarlo, de introducir ese movimiento en el mercado. El principal inconveniente de la Fundación es el principal inconveniente de todo en América Latina: es que nada está centralizado, que no hay unificación. Los brasileños, los venezolanos, los colombianos y los argentinos hacen cine. Pero son cines fragmentarios. Lo que tratamos es de unificar ese movimiento y que haya una interrelación de todos los cines nacionales. No vamos a influir para nada en la estética del cine sino en la potencialidad de lo inédito.

La Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano nació signada por el propósito de «lograr la integración del cine latinoamericano; así de simple, y así de desmesurado. Y nadie podría condenarnos por la simpleza, sino más bien por la desmesura de nuestros pasos iniciales en este primer año de vida». El principal proyecto pedagógico de la Fundación sería la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, que apenas un año después de establecida ya poseía prestigio internacional, con estudiantes y graduados fundamentalmente de América Latina, pero también procedentes de Europa y Estados Unidos, África y Asia.

La Escuela fue inaugurada por Gabo el 15 de diciembre de 1986, con la dirección del argentino Fernando Birri. Por aquellos días, aseguró el escritor que “la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano va a recibir del Estado cubano una donación que nunca nos cansaremos de agradecer, tanto por su generosidad sin precedentes y su oportunidad, como por la consagración personal que ha puesto en ella el cineasta menos conocido del mundo: Fidel Castro. Me refiero a la Escuela Internacional de Cine y Televisión, en San Antonio de los Baños, preparada para formar profesionales de la América Latina, Asia y Africa. (…) Está será, por su naturaleza misma, la más importante y ambiciosa de nuestras iniciativas, pero no será la única, pues la formación de profesionales sin trabajo sería un modo demasiado caro de fomentar el desempleo. De modo que en este primer año hemos empezado a echar las bases para una vasta empresa de promoción y enriquecimiento del ámbito creativo del cine y la televisión de América Latina. (…) Esta es la casa de ustedes, la casa de todos, a la cual lo único que le falta para ser completa es un letrero que se vea en todo el mundo, y que diga con letras urgentes: «Se aceptan donaciones».

Después, vinieron los Talleres anuales, impartidos en la misma Escuela, sobre las técnicas para contar un cuento. En tales talleres, nacieron decenas de proyectos que luego se convirtieron en películas mexicanas, colombianas, brasileñas, cubanas, en fin, latinoamericanas. La Fundación y la Escuela continuaron logrando, como quería García Márquez, influir en la potencialidad de lo inédito, y contribuir a impulsar el cine y el audiovisual latinoamericano.