En el centenario del destacado y para algunos olvidados cineasta documentalista Oscar Valdés, el autor, entre otros de Arte del pueblo (1974), Cuba en los VII Juegos Panamericanos (1975), la ficción El extraño caso de Rachel K (1973) y numerosos documentales sobre el universo musical, dirigiría en 1965 Vaqueros del Cauto, considerado con razón uno de los mejores documentales de la etapa comprendida desde 1959 hasta 1983. Aquí el equipo de realización es de lujo. Repárese no solo que tiene la música de Leo Brouwer, la edición de Roberto Bravo, el sonido de Raúl García y antes un guion de Jorge Timossi, sino sobre todo la nómina de fotógrafos presentes: Jorge Herrera, Luis García, Pablo Martínez, Livio Delgado y Mario García Joya. Estos últimos se encargan de plasmar, mediante planos generales y de conjunto, entre vistas panorámicas y cámaras a ras del suelo que recuerdan los western de Howard Hawks y otros, cómo se forja un hombre singular del paisaje rural cubano.
En una entrevista que le concediera el director al crítico Mario Rodríguez Alemán le confiesa: “Lo importante es que en Vaqueros… es donde por primera vez logro plasmar los temas que me interesan en todos mis trabajos fílmicos futuros. También en cuanto a estilo es en este documental donde creo haber logrado la manera de decir del cine que me interesa”.
Con Vaqueros del Cauto, asistimos a la construcción de personaje cotidiano, a caballo entre el respeto hacia el entorno natural y su cuidado de ser ese macho campestre, dominador de bestias. ¿Tributo a la criolla del héroe estadounidense? Más bien, guiño cultural en cuanto a la forma de representar a un ser humano contemporáneo y muy originario de este contexto. Al inicio escuchamos: «En esta profesión, en esta odisea, la pasión y el peligro son los elementos cotidianos». Pero, ni por guion, ni por la voz en off solemne de Sergio Corrieri, hacía falta subrayar lo que las imágenes y sonido dicen por ellos mismas. Trabajo y aventura, pasión y dedicación, complementos de las escenas violentas entre cowboys norteamericanos, no están ausentes de un documental que quiere resaltar del mismo modo la importancia del vaquero como profesional.