Luciano Castillo: Cuando muchos cineastas del continente apelaban a la vocación solidaria del ICAIC para depositar copias de sus obras en las bóvedas de la Cinemateca de Cuba, y hasta de rollos sin editar salvados con la urgencia de no perderlos en algún golpe de estado, Glauber Rocha venía con innumerables latas para terminar su muy personal Historia de Brasil, Jorge Sanginés veía surgir en una moviola habanera su Yawar Malku, una locación capitalina rememoraba las torturas en prisioneros desaparecidos, no pocos se veían obligados a cursar estudios de cine en Europa, y Patricio Guzmán veía cómo cobraban cuerpo las imágenes de los que sería La batalla de Chile en el céntrico edificio de la calle 23, por apenas citar algunos ejemplos, entonces un sueño colectivo los aunaba a todos. Que alguna vez naciera una institución que contribuyera a aunar tantos esfuerzos y tornar realidad tantos y tantos proyectos.
Este sueño cumple ahora tres décadas de existencia, desde aquel 4 de diciembre de 1985, nada lluvioso, en que los miembros del Comité de Cineastas de América Latina anunciaran en esta Casa de las Américas la creación de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Al año siguiente, su presidente Gabriel García Márquez subrayó los propósitos de la nueva entidad, destinada, como ya se ha dicho, a lograr la integración del cine latinoamericano. En la vorágine del 8vo. Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, abría sus puertas la sede de la nueva institución en la quinta Santa Bárbara, nombrada así por artes de santidad o de santería, según el hacedor de Cien años de soledad, quien señaló “mucho de lo que se cuenta de ella no es verdad ni es mentira, es cine”.
En sus corredores y jardines aun resonaban los diálogos, angustias y risotadas de los sobrevivientes, dotados de vida por Antonio Benítez Rojo y Tomás Gutiérrez Alea, aun cuando mucho antes los recorriera la estirpe de los Loynaz. Pronto también festejaremos treinta años desde aquel otro atardecer en que con olor a pintura fresca y vegetación recién sembrada, en la finca San Tranquilino, a escasos kilómetros de San Antonio de los Baños, al sureste de La Habana, los asistentes a esa histórica edición del Festival, participaron el 15 de diciembre en una de sus actividades principales: la inauguración de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, calificada por su naturaleza misma, la más importante y ambiciosa de nuestras iniciativas, según García Márquez, quien junto al Comandante en Jefe Fidel Castro y el cineasta Julio García Espinosa, alentador de este otro sueño colectivo, presidieron la apertura. En esas palabras «Trabajadores de la Luz», Fernando Birri, el director de Tire Dié, daba lectura al acta de nacimiento del proyecto docente más relevante de la Fundación, frutífero hervidero de cineteleastas. A lo largo de estos tres decenios, la Fundación ha organizado exposiciones disímiles, algunas aquí en Casa, casa de todos, como lo es también la quinta Santa Bárbara, auspició la producción de la serie Amores difíciles, a promovido encuentros de cineastas latinoamericanos, investigaciones del audiovisual del área, el taller Cineastas en la Red, del que se derivó el Portal del Nuevo Cine Latinoamericano, espacio interactivo formativo para la difusión del cine de la región, suscribió convenios con instituciones culturales y académicas, convoca anualmente al premio de ensayo sobre cine en Iberoamérica y el Caribe, que ha generado un conjunto de importantes textos coeditados en España, por solo citar una de sus múltiples actividades.
Una de las constantes de las líneas de trabajo de la Fundación, es sumar cada vez más a los jóvenes a sus numerosos proyectos. Gabo evocó aquel 4 de diciembre aquellos memorables días en que convergieron en el centro Experimental de Cinematografía de Roma los caminos de Titón, García Espinosa y el santafesino Birri, con el natural de Aracataca que aun soñaba con ser director de cine, y dijo: «ya desde entonces hablábamos casi tanto como hoy del cine que había que hacer en América Latina y de cómo había que hacerlo. Nuestros pensamientos estaban inspirados en el Neorrealismo Italiano, que es, como tendría que ser el nuestro, el cine con menos recursos y el más humano que se ha hecho jamás».
Desde su primera edición, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y la Fundación nacida en su seno pocos años después, reafirman aquella voluntad de tantos latinoamericanos de todas partes y de generaciones distintas, una prueba más del poder impositivo de una idea indestructible. El Coral especial que hoy recibe, el primero que se otorga a una institución en la historia del certamen, reconoce el camino transitado. Otros se avizoran, y como cantara nuestro Silvio Rodríguez en algún recital en este histórico recinto, y frente al Árbol de la Vida, vamos a andar para llegar.
Alquimia Peña: Hace un rato, unas horas, Silvio Rodríguez nos mandó un cariñoso mensaje por este día y escribió: «dijo Gardel que veinte años no eran nada, así que la Fundación parece estar cumpliendo nada y medio». Y para celebrar ese nada y medio, estamos reunidos esta tarde aquí en Casa de las Américas, nuestra Casa, frente a este hermoso y simbólico Árbol de la Vida. Estas celebraciones transcurren durante el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, donde a su vez la Fundación dio vida a la Escuela Internacional de Cine y Televisión, y este Festival constituye y seguirá constituyendo el espacio natural del cine de América Latina y el Caribe. Recibimos hoy este Coral del Festival, que mucho nos honra, y agradecerle al Festival lo hacemos también al ICAIC, a Alfredo y a Julio, y con ello a tantos cineastas cubanos y de otras latitudes que nos han ayudado a lo largo de estos años.
La Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano dice de su propia historia, la Fundación, heredera de la tradición de solidaridad de América Latina, nació como respuesta a un proceso donde se anunciaban y proponían nuevas etapas de crecimiento para las cinematografías de esta región. Fue creada el 4 de diciembre de 1985, por el Comité de Cineastas de América Latina a cuyos sueños se unió para presidirla, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, y como el propio Gabo dijera: «el cineasta menos conocido del mundo», Fidel Castro, considerados ambos entre las personalidades más reconocidas del siglo XX.
En sus años de vida, esta institución ha desarrollado una intensa actividad alcanzando importantes logros, especialmente en la formación, en el fomento del cine en tanto industria, en la promoción y el conocimiento del cine latinoamericano, y como alertadora, a través de sus investigaciones, de temas y prioridades tan sensibles como la memoria del cine regional y de las fortalezas y debilidades del sector. La vocación de integrar esfuerzos y voluntades, el trabajar por la complementariedad de lo avanzado, ha sido una línea estratégica en sus años de existencia. Gracias a ello, la institución cuenta hoy con una amplia red de contactos y relaciones regionales e internacionales, y de modo excepcional, potenció el conocimiento y relaciones entre los propios cineastas de la región, y de otros continentes, estimuló siempre la acción coordinada. Esta Fundación es una institución que trabaja en aras de la integración del cine regional, de lograr un universo audiovisual común y de cooperar en la lucha por rescatar y afianzar la identidad cultural de América Latina y del Caribe. Podría decirse que la Fundación, la Escuela, y otros programas y proyectos creados e iniciados en aquella época gloriosa junto a Fidel. Ha realizado un aporte imprescindible a la cultura cinematográfica de nuestro continente y más allá y ha servido de referencia y acicate para la creación audiovisual en muchos de nuestros países. Hoy nos sentimos felices y orgullosos de compartir con ustedes criterios y acciones, de soñar lo todavía soñable, y de trabajar sin descanso por hacer posibles esos sueños. Por eso nos sentimos hermanos de oficio. Seguimos confiando en los valores de la virtud verdadera, de la autenticidad imprescindible y de la pertinencia honesta, abierta y autocrítica, a todo lo que nos une en estos tiempos difíciles y a veces extraños, en los que vivimos.
El mundo del cine cambió en estos años, y la Fundación se empeña en seguir avanzando, en potenciar sus líneas de acción, fortalecer sus estructuras institucionales, acorde las realidades del presente, y en las perspectivas de incertidumbre también, que asechan nuestro futuro. Afirmamos la naturaleza y el perfil de la Fundación como espacio aglutinador del compromiso regional compartido de integración cinematográfica y audiovisual latinoamericana y caribeña, y de su vocación promotora del encuentro permanente de las obras, los creadores y los pueblos de nuestra región. Afirmamos el compromiso de la Fundación de seguir desarrollando programas que propicien investigaciones y que pongan en valor la información y el conocimiento acerca de la realidad audiovisual continental. Afirmamos el compromiso de la Fundación de desarrollar programas que incidan en el apoyo a planes de formación y actualización de conocimientos especializados en áreas claves para la cinematografía continental. Afirmamos el compromiso de la Fundación en respaldar programas que incidan en la mayor ampliación posible del acceso al cine y al audiovisual de comunidades, universidades, redes, escuelas, centros de investigación y sociedad en general. En este presente y en estos días, nos complace anunciar que hemos dado continuidad a programas que teníamos iniciados con instituciones regionales, como es el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía de Venezuela y el Instituto de Cine y Audiovisuales de Argentina. Afirmamos los programas de apoyo a investigación en áreas claves. Se afirma también en estos convenios y en estos compromisos la edicion de publicaciones conjuntas a través del Observatorio del Cine Venezolano y del Sello Editorial CENAC-FNCL, y del Observatorio del Cine y el Audiovisual de América Latina, de nuestra Fundación. Afirmamos también la continuidad de los programas que hacemos en cuanto a otros campos de la cinematografía como los premios de ensayo, premios de investigación, sobre nuestra realidad. Anunciamos la Cátedra de Cine y Audiovisual Latinoamericano y Caribeño que ha ser, con distintas universidades venezolanas y abierto a centros universitarios de América Latina y el Caribe con interés en acogerla.
Asimismo, la línea de apoyo al programa de la Fundación en materia de preservación y restauración de los archivos fílmicos en la era digital de cara a organizar un encuentro de expertos, la elaboración de proyectos y acciones específicas a ser presentados a las autoridades cinematográficas de América Latina y el Caribe para la adopción de protocolos técnicos y estándares al servicio del resguardo debido a la puesta en valor del patrimonio fílmico disponible, así como el diseño de un programa de continuidad de formación a personal técnico en este sector. Asimismo, anunciamos el acuerdo y el comienzo ya en el primer trimestre del año 2016 de un programa de investigaciones sobre el impacto en el audiovisual de todo lo que tiene que ver con la digitalización y lo que ha significado para la cinematografía regional. Y es en coordinación con universidades de varios países de América Latina y con una red de 25 universidades de Argentina. Los momentos y tiempos de cambio sean una oportunidad para sernos más fuertes. Alentamos siempre las acciones solidarias, desinteresadas, apelamos a la inteligencia colectiva, confiamos en que las mejores ideas, propuestas y compañeros serán los que nos ayuden a posicionar a nuestra Fundación ya nuestra Escuela de Todos los Mundos, en un lugar de liderazgo, de referencia, de prestigio académico internacional.
Quiero manifestarles gratitud y reconocimiento a los directores que ha asumido y que asumirán el reto de dirigir nuestra Escuela. Saludo a los que nos acompañan hoy y a nuestro director en estos momentos, Jerónimo Labrada, que debe estar por aquí entre nosotros. Reiteramos al Festival nuestra gratitud por esa distinción, por ese premio Coral, un reconocimiento y un señal de que juntos seguiremos trabajando para lograr los sueños de integración. Agradecemos la voluntad política del Estado Cubano, tan definitiva para la existencia de la Fundación y la Escuela, en particular al Ministerio de Cultura y al ICAIC, a cada institución y a los amigos y colaboradores que en estos treinta años han compartido un proyecto, una actividad, una idea, un encuentro en este camino.
Sería interminable la relación de amigos, de colaboradores, los abrazamos en el anonimato y los reconocemos y agradecemos verdaderamente. Quiero agradecer personalmente a los miembros de la Fundación por su permanente compromiso y dedicación y al gran ausente presente Gabo, por su dedicación y contribución al cine de América Latina y el Caribe. Al empeño personal de Gabo y su dedicación, fueron ambos decisivos para que la vasta obra lograda por la Fundación y su proyecto docente mayor, la Escuela Internacional de Cine y Televisión. La Fundación, gracias a la capacidad gestora del autor de Cien años de soledad, y a su empecinamiento y a su empecinada manía de acariciar imposibles, contribuyó al diálogo y a la colaboración entre las cinematografías y los cineastas a escala iberoamericana, internacional, de una forma generosamente admirable. Muchas gracias…