Por: Antonio Enrique González Rojas
Del 4 al 15 de enero, el director Macedonio Milcho Manchevski, ganador del León de Oro de Venecia con su largometraje Antes de la lluvia (1994), desarrolló el primer taller de la especialidad de Dirección de ficción con los alumnos de segundo año de la EICTV, a la que valoró como un “ambiente en que te puedes sumergir en la realización hasta los ojos. Es muy profundo. Me encanta el hecho de que todo está a la mano. Entonces puedes hacer cosas, no hablar de ellas. Lo siento como un taller del Renacimiento, con muchos maestros. Es todo lo que esperaba y más…”
Artista polifacético que incursiona con la misma intensidad en el cine, la TV, la fotografía fija y la literatura, Manchevski ha recorrido muy diferentes senderos con sus cintas. Dust (2001), que sucedió a su multipremiada ópera prima, es “sobre la sed humana de contar historias y escuchar historias. A este respecto, lidia con diferentes aspectos de contar. Pudieran ser cuentos de hadas, novelas, dramas, pudiera ser chismes, bromas, historia —como sabemos, algunas veces la historia es la mejor fuente para la ficción, porque está escrita por los victoriosos. Yo estaba tratando de examinar estas variadas permutaciones del storytelling, y el cine de género (oeste) sólo fue uno de estos. En general, es una película en la que quería deconstruir la estructura narrativa, de la misma manera en que un pintor cubista deconstruye la perspectiva. El filme es una narrativa fracturada. Tiene aspectos experimentales, pero básicamente, es una historia old fashion. Yo me inspiré en el hecho de que el cine está tan constreñido en el tipo de historias que cuenta, especialmente en el modo de contarlas. La mayoría de los filmes de hoy se sienten como novelas del siglo XIX, lo cual no es necesariamente un cumplido”.
Mothers (2011), su más reciente propuesta de metraje largo, delata una inclinación hacia el documental, algo que también se puede apreciar en las fotografías de Manchevski, donde prevalece la instantánea como principal perspectiva creativa y técnica. “El próximo filme que estoy preparando, también lidia con la intersección entre ficción y documental, de una manera más explícita”, comentó, “pero no va a ser tan experimental como Mothers. Tengo que admitir que en el pasado yo era muy receloso con el documental. Parte de esto sucedía por el hecho de que los documentales se tomaban a sí mismos demasiado en serio. Eran pomposos, muchos, no todos, por supuesto, y además, no honestos, porque clamaban contar la única verdad; incluso cuando no estaban al tanto de todos los variados aspectos de la verdad. Pero si nos aproximamos al documental como un género de la realización cinematográfica, que lidia no sólo con los hechos, sino con una interpretación artística, y una perspectiva personal de las cosas, entonces se convierte en algo en lo que me intereso. Me intereso en verlos, me intereso en hacerlos”.
“Mothers tiene tres historias, dos son ficción y una es documental. No tienen nada en común entre ellas, con excepción de la esencia. Las historias no se intersectan. Estaba interesado en hacer un filme espartano, donde las cosas estuvieran separadas y las conexiones se hicieran por el esfuerzo del receptor. Estaba tratando entonces el documental, en Mothers, en la manera que los pintores tratan objetos que encuentran, como Rauschenberg o Picasso y muchos otros. Lo traté del modo en que algunos escritores incluyen ensayos en novelas, como Thiébault o Kundera. En general, creo que este encuentro entre el documental y la ficción, está ocurriendo en el mundo más y más, y es muy emocionante. En parte, porque ahora todo el mundo tiene una cámara. En parte porque todo el mundo puede ver algo todo el tiempo, y hay géneros como la Reality TV, que definitivamente abusa tanto del documental como de la ficción. Personalmente, me interesé e hice Mothers, y así con la nueva, que se titula Bikini. Hay un cortometraje que hice en Nueva York: Jueves. Está también otro corto que estaré haciendo en Cuba, que hace lo mismo. El working title es El fin del tiempo. Con actores cubanos. Es una lectura poética de un fragmento del tiempo. No es precisamente narrativa en el sentido clásico de la palabra.
Interesado en el falso documental como una de estas principales zonas de mixtura y diálogo entre “realidad” y ficción, Manchevski gustaría emprender un proyecto de este tipo, pues “estoy interesado en el hecho de que nos enseñaron a mirar diferente el documental y la obra de ficción. Mucha gente muestra más respecto cuando ven un documental o un filme basado en hechos reales, lo cual, desde mi punto de vista es ridículo. Hay buen arte y mal arte. Hay verdad y mentira. Y no debemos confundir estas categorías diferentes”.
“Desearía que el cine fuera más abierto de la manera en que las artes visuales, la pintura, e incluso la literatura”, refrenda. “Tal vez con el tiempo eso ocurra, ahora que hacer filmes es cada vez más barato. Ya no tienes a Jack Warner diciéndote qué filmar. Ahora, tú puedes mostrar lo que has hecho en Internet. La única pregunta será: ¿cómo sales del ruido? Hay tantas cosas on line. ¿Cómo yo conozco de un bello filme hecho en algún lugar de Mongolia, que solamente dura 42 minutos? Entonces, el Internet hace eso posible, pero hay que ser capaces de romper el ruido”.
Una nutrido catálogo de cortometrajes engrosa su currículum, y el realizadfor macedonio explica que “la mayoría los hice antes de tener la oportunidad de hacer un largometraje. Muchos fueron music videos, a los cuales enfoqué como pequeños filmes experimentales, que no siempre fue fácil, pues hubo tirenteces con los clientes. Pero ahora, incluso después de hacer los cuatro largometrajes, me estoy interesando de nuevo en los cortos. Algunos sentimientos, algunos conceptos y algunas historias requieren esa forma. A veces, por ejemplo, una pintura necesita ser de 20 x 20, y a veces de 2 metros por 2 metros. Siento que ahora estoy más abierto a cualquier forma, lo cual incluye cortos y documentales. Creo que mientras más envejezco, me pongo menos dogmático”.
Constantemente, el macedonio rehúye estrechas taxonomías que lo ubiquen en rígidos escaques de la creación artística e intelectual. “Creo que últimamente prefiero ser considerado un artista y punto. Me siento más cómodo escribiendo, y creo que hago un buen trabajo. Realmente me gusta el proceso, y es irónico que haya publicado menos cosas que lo que he filmado. Eso se debe a un profesor de la escuela que me aconsejó realizar como una extensión de la escritura. Con la fotografía me gusta el hecho de que no tienes que explicar nada, así que no hay momentos racionales. Pudiera estar más cercano a una obra musical. Cuando veo las fotografías, no me diluyo en la historia de la foto. Lo primero es el aspecto formal y solo después viene la historia.
Y tan variada como su obra es la plataforma referencial sobre la que se ha movido Milcho, la cual “ha cambiado a través del tiempo. Me estoy sumergiendo en Larry McMurtry. También me busca Annie Prud, Milan Kundera (quería adaptar uno de sus libros pero él no lo permite a nadie). A mí me gusta mucho Joseph Boyce, Robert Rauschenberg, Pina Bausch, Matisse, Anselm Kiefer, Kraftberg, Bach, The Beastie Boys, Michael Snow, Miloš Forman, Fassbender (mucho), Bergman, Chris Ware, Nicolas Jaar… Han sido como diferentes influencias en diferentes períodos”.