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Humberto Hernández o de la producción cinematográfica

7 de febrero | 2018

Cuando el 3 de marzo de 2015 se le entregaba el Premio Nacional de Cine, el lauro más importante de esa manifestación en Cuba, a Humberto Hernández Rodríguez, se le rendía justo homenaje a quien tenía ya una larga y fructífera trayectoria en el quehacer cinematográfico de Cuba. Desde 1964 con Nosotros, la música, de Rogelio París hasta el 2008 con El viajero inmóvil, de Tomás Piard, Humberto abonaba un camino no siempre entendido y por tanto menospreciado por los espectadores de cine: el de la producción. ¿Cuál es el papel del productor cinematográfico en un contexto como el cubano? Humberto Hernández supo desde sus inicios como creador cercano al propio director de un audiovisual que tenía que tener presente toda la etapa prefílmica hasta la grabación o rodaje de lo ya obtenido. Pues el productor dispone, acomoda y mantiene las locaciones como un artífice de la visualidad. La labor como productor de Humberto está marcada además por la docencia en la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte (FAMCA), una labor que alternó con la Dirección de la Cátedra de Producción en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. A este hombre de cine se le dedicó el documental Una luz de inteligencia y amor (Regino Oliver, 2015). Humberto Hernández, el productor incansable, como lo llamara Luciano Castillo falleció.