La naturaleza y la repercusión de los mitos varían en nombres y espacios de acuerdo a las diferencias de los contextos culturales. Sin embargo, las esencias de ellos son casi las mismas: la exploración y reconocimiento del individuo gracias al viaje físico que repercute en el cambio anterior.
Viaje, búsqueda y cambio influyen en la existencia del joven limpiabotas Thupa, quien debe llegar a ese lugar de encuentro entre muertos y vivos que representa el infierno legendario de los Andes. Parecía que el director boliviano Marcos Loayza, graduado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, no podía superar el éxito alcanzado con Cuestión de fe (1995) o Qué culpa tiene el tomate (2009). Mas de pronto con Averno, su séptima película, la cual inaugura los estrenos del cine boliviano, los criterios vuelven a considerarlo como uno de los cineastas más creativos del panorama latinoamericano.
Ante la pregunta ¿cómo construyó Averno a nivel narrativo? El cineasta contestó: «Es una película de aventuras, un viaje a través de la noche paceña. Antes, el sacrificio, el trago, la fiesta eran una ceremonia. Eso se va quedando. Entonces la noche de La Paz es muy ceremonial, la gente se prepara, sale. A partir de eso es mostrar todo un viaje a la noche».