Puede parecer irónico que un director de documentales, especializado e interesado en temas migratorios y de género, sea profesor de cine autorreferencial, un cine en el que el cineasta se posiciona en el mismo centro de la historia. Sin embargo, Basel Ramsis lo considera un ejercicio de memoria y conocimiento personal fundamental. Como parte del proceso de expansión del género de documental tradicional, la autorreferencialidad es un proceso por el que casi todos los cineastas deben pasar.
¿Por qué es importante que un cineasta – documentalista o director de ficción – incluso aunque no quiera dedicarse al cine autorreferencial, también emprenda ese viaje interno y haga un ejercicio de reflexión?
El cine autorreferencial está un poco en auge. Muchos cineastas en el mundo quieren ahora convertirse en los protagonistas de sus propias películas. Uno de los casos mas serios, y más famosos es la película de Pedro Almodóvar, “Dolor y gloria”. Pero dentro de este marco amplio de producción cinematográfica al que puede pertenecer al cine autorreferencial – o lo que llaman a veces cine personal o cine de autoficción – hay todo tipo de trabajos, mas interesantes o menos interesantes. Hay relatos potentes sobre el cineasta y relatos que se sienten a medias, como si el cineasta forzara la película. Pero volviendo a la pregunta, no todo cineasta necesita este proceso, pero sí la mayoría de nosotros necesitamos en algún momento de nuestra vida parar y hacernos las preguntas necesarias y principales, y que muchas veces no la hacemos. Es decir: ¿por qué estoy aquí? ¿Por qué estoy trabajando en este medio? ¿Qué tipo de compromiso tengo con el cine? ¿Veo el cine como espacio mágico o tengo compromiso de pertenecer a una comunidad de artistas o de cineastas? ¿O tengo compromisos con ideas y cosas que me preocupan y que me duelen o me interesa trabajar? Un cineasta durante su recorrido entra muchas veces en momentos de crisis y de no saber qué quiere hacer o por qué lo está haciendo. Así que este proceso es un viaje para que seas un poquito más consciente de ti mism@, de lo que te duele, lo que te preocupa y esto te canaliza más en tu trabajo cinematográfico.
¿En qué consiste el taller de Cine Autorreferencial aquí en la EICTV?
El cine autorreferencial que trabajamos en el taller tiene dos materias principalmente; además de analizar y ver ejemplos diferentes de varios lugares y culturas, doy a los participantes un poco de herramientas de trabajo a nivel de escritura y filmación. Ejercemos la memoria para contar algunas cosas que les pasaron en la vida y convertirlas en una materia de trabajo cinematográfico. Es decir, el taller no es solamente el producto autorreferencial que trabajamos, pero también unas herramientas que te ayudan a conocerte un poco a ti mism@, tus asuntos más importantes, tus dolores más importantes y cómo convertir esto en producto artístico. Si queremos resumir de una forma muy simple qué significa cine autorreferencial, es el cine en el que el creador, el artista, su propia vida, sus propios dolores y sus propias experiencias forman una parte de la materia de la película; ya sea la materia principal o una materia que interviene con otras materias cinematográficas.
Este proceso de convertir al cineasta en el centro, ¿puede ser ególatra?
Todos tenemos egos y los cineastas tienen un ego mucho más hinchado que otros. Muchas veces encuentras al cineasta que por sí mismo siente como que está en un espacio diferente a los demás y el cine autorreferencial te puede aumentar tu relación con tu ego de una forma un poco enfermiza, aunque esto se está rompiendo poco a poco. La democratización de los medios, el cine digital, ha facilitado bastante que se rompa este halo que rodea al cineasta. Yo no hago que los cineastas se miren al ombligo, no. Hago que los cineastas sean conscientes de dónde están en relación con el mundo. En qué punto están. No se trata de hacer películas para decir que soy diferente a los demás, se trata de trabajar unos procesos para que sepas quién eres. Y convertir unos dolores, de los que muchas veces no sabemos hablar, y que no sean solamente un monólogo dentro de nuestra cabeza, convertirlo en un diálogo dentro de nuestra cabeza y luego en un diálogo hacia afuera. Hacia un espectador que está recibiendo este producto artístico tuyo y que lleva este dolor y empieza a reflexionar sobre él y te da su feedback. No es un proceso para aumentar el ego, al contrario, es un proceso para saber que todos somos frágiles, todos tenemos zonas oscuras, todos tenemos varias caras, todos tenemos dolores y lo más importante es convertirlo. Lo más importante que debe hacer un cineasta, en mi punto de vista, hacia sí mismo, no hacia sus películas, no hacia su cine, es esos dolores, esas obsesiones, esas carpetas oscuras o cerradas, convertirlas en un producto artístico que tú como espectador@ lo podes recibir y puedes sentir que te representa a ti también.
Así, la honestidad para con uno mismo se vuelve requisito fundamental en este proceso. Claro con un riesgo claro: el autoengaño, ¿cómo se rompe ese obstáculo?
Tenemos mecanismos diferentes de cómo tratar nuestras experiencias personales. Hay gentes que tienen la tendencia de ser verdugos de sí mismo y hay gente que tiene la tendencia de ser fríos hacia lo que pasó y tratarlo con un desprecio, incluso crear mecanismos de olvido y de no ver. También hay quien trata las cosas con ironía y con desprecio como si no fueran importantes; o de empezar a juzgar a los demás y poner toda la culpa sobre ellos y posicionarse como un santo que no ha hecho absolutamente nada. Todas esas tendencias están presentes y son probables y cada un coge la suya. Uno de mis trabajos principales en el taller es ayudar un poco en hacerte ver los mecanismos que estás usando, es decir, no dejarte siempre ir hacia abajo y hundirte a ti mism@ como culpable o como responsable de todos los males que te han pasado en la vida. Sino llevarte a una zona más de equilibrio y de ser un poco más objetiva al ver lo que te pasó. Y al que no cree, al que todo el rato está mirando al árbol y no al objeto que hay que mirar, pues hacerle girar la cabeza poco a poco para que pueda enfrentarlo.
Sin embargo, al hablar de las personas que tienen a la culpabilidad, Ramsis distingue un tipo muy específico:
Yo hasta ahora he hecho 19 ediciones del taller: en España, Cuba, Egipto y Sudán. Puedes imaginar la cantidad de gente que pasaron por el taller, la mayoría mujeres, por cierto, y ya sabemos cuáles son las experiencias más duras normalmente en la vida de una mujer. He tenido desde víctimas de acoso sexual, violaciones y algo específico en el mundo árabe: el acoso colectivo, es decir, de repente una mujer se encuentra en el medio de 200 hombres y en un espacio público intentan desnudarla y tocarla y llega a veces a violaciones muy fuertes. Pero aquí hay un elemento muy importante. Cuando decides trabajar principalmente una experiencia tan violenta, te enfrentas a uno de los mecanismos más importantes de la sociedad machista: siempre hacer a la víctima sentir que fue culpable de una forma u otra. Tú que estuviste borracha… tú tenías la ropa inadecuada, tú caminaste por una calle oscura… facilitaste tu violación. Siempre intentan, de una forma directa o indirecta, hacerte sentir culpable de tu propia violación. En este tipo de sucesos extremos, a mí no me interesa ver al violador, a este personaje, con un ojo objetivo. Aquí no tengo ningún problema en verlo como un monstruo y el trabajo más importante que tengo que hacer, lo que hago en estos casos, es poner el sentimiento de culpa en el espacio de la duda, ayudar en liberarse de él. Esa idea de que “yo permití que esto me pasara” es muy importante quitarlo y lo trabajamos dentro del taller y hay algunos casos bastante exitosos en este sentido. Ahora, ¿cómo convertir este dolor, que va a seguir para siempre, en algo más sano? Ponerlo en su lugar y tratarlo.
Basel Ramsis trabajó como periodista en El Cairo antes de dirigir su mirada al cine. Tanto en su Egipto natal como en España, ha compaginado la realización cinematográfica con la enseñanza y el activismo político. Entre sus filmes se encuentran “El otro lado… Un acercamiento a Lavapiés” (2002), “Columpios” (2007) y “Azúcar aparte” (2014).
Hablemos de empatía. Por ejemplo, desde el punto de vista de un documentalista, ¿cómo contribuye hacer este viaje interno? ¿Cómo puede este ejercicio de mirar hacia adentro ayudar a los que quieren mostrar otras realidades?
En realidad, durante el taller a mí me interesan muy poco los sentimientos de los demás que han compartido contigo una experiencia determinada. Lo que me interesa son tus sentimientos. Pero sí, cuando intentamos entender nuestros dolores, nuestras experiencias y al mismo tiempo estamos escuchando, participando, en recibir los dolores de los demás – porque el taller no es individual, sino colectivo y cada uno cuenta una parte de sus dolores, miedos y obsesiones -, y trabajamos con ellos cinematográficamente, será posible que salgas del taller sabiendo que no estás sola y que no eres únic@. Y que tú, cuando empiezas a trabajar sobre una experiencia por la que yo, como hombre, no puedo vivirla, también puedo sentirme identificado, cercano y entender una parte de tu dolor. Un ejemplo: mi primer documental fue sobre un grupo de inmigrantes en Madrid, seguramente lo hice porque soy inmigrante y quería hacer una película sobre la inmigración realizada por un inmigrante, y esto era nuevo en España entonces. Hay experiencias que ellos han contado que yo no he vivido, ni las voy a vivir nunca; por ejemplo: coger una patera y arriesgar la vida al cruzar el Mediterráneo. Esto no lo he vivido ni lo voy a vivir, pero por el proceso mismo de intentar entender mis dolores, mis carpetas, mis complejidades, mis contradicciones, los daños que yo también hice a otros y los que he recibido, todo esto me hace entender al ser humano, saber escucharlos, saber sentir su dolor y saber respetarlo. Para mí ése es uno de los objetivos del cine: el espectador no tiene que pasar por el proceso de la tortura para entender o para sentirse cercano a un personaje fílmico que lo esta sufriendo. Más que empatía, el cine trabaja acciones y sentimientos, es sentirme identificado contigo, a tu lado, sentir cercanía y simpatía. O el contrario, mantener una distancia que me permite reflexionar sobre lo que tu estás viviendo dentro de la película.
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