En recuerdo de Julio García Espinosa – alumno, artista, colega, amigo
El pasado miércoles, 13 de abril, se ha apagado a La Habana (Cuba) a la edad de 89 años el cineasta Julio García Espinosa, figura fundamental de la cultura cubana y latinoamericana. Después de ser diplomado en el 1953 en Dirección en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma, ha realizado junto al cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea, Titón, – también alumno del CSC – el documental «ElMégano», considerado una de las obras que ha dado origen al movimiento denominado Nuevo Cine latinoamericano. Entre los trabajos siguientes recordamos particularmente la significativa Cuba baila, 1959, Las aventuras de Juan QuinQuin (1967), Reina y Rey (1994) junto a la obra de guionista y autor de películas, ha desarrollado un incansable trabajo de reflexión sobre el cine, publicando a muchos sabios dedicados al cine cubano y a latinoamericano. Ha sido uno de los fundadores del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC, y del Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de Cuba. A este propósito nos gusta recordar la declaración de Gabriel García Márquez en ocasión de la inauguración del EICTV: «Entre el 1952 y el 1955 cuatro de los que estoy hoy sobre este barco, estudiaron en el Centro Experimental de Roma: Julio García Espinosa, hoy Viceministro de Cultura por el Cine de Cuba; Fernando Birri, «gran papá» del Nuevo Cine latinoamericano; Tomás Gutiérrez Alea, uno de sus orfebres más notables; y yo, que no quise entonces nada más en esta vida que llegar a ser el director que no he sido nunca. Ya entonces hablamos tan como hoy del cine que hizo falta hacer en América Latina, y de como tuvimos que hacerlo, y nuestros pensamientos se fueron inspirados en el neorrealismo italiano, que es – como debería ser el nuestro – el cine con menos recursos y el más humano que se haya hecho» nunca.
De García Espinosa, Fernando Birri ha dicho: «Julio García Espinosa ha reemplazado al creador solitario que duerme – y sueña – en cada uno de nosotros con el creador colectivo; y también el cine de autor con el cine de un proyecto común, comunitario, comunista y felizmente compartido, e incluso el cine «perfecto» del distopia hollywoodense con el cine «imperfecto» de nuestra cotidiana utopía latinoamericana.»