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El Guajiro que pinta expone en la EICTV

30 de octubre | 2017

Caso curioso es el de Rogelio Fundora Ybarra (1972). Entregado a las faenas agrícolas como integrante de una cooperativa en Madruga, no olvidó su vocación por la pintura, y halló tiempo y energía suficientes —es decir, una razón de ser— para crear su obra. Así de sencillo y tenaz, legítimo y sincero,  se define el Guajiro que pinta

El dibujo espontáneo, intuitivo como la composición y el movimiento, logra transmitir la intensidad de su universo rural, representar su cotidianeidad donde el color participa de los estados del alma y sus preocupaciones existenciales. Nos propone percibir la naturaleza a través de referencias sensoriales, símbolos provenientes del trabajo y referencias culturales de la tradición cubana

Lo inmediato en la interrelación del hombre con la naturaleza moldeada por él, no solo es el trabajo, sino la mutua dependencia que hace del campo un escenario vivo y consciente que opera sobre el ser humano. Reitera con palabras de Martí que la tierra sirve, si el hombre sirve.

Esa condición proteica se expresa en las escenas de mayor vitalidad y sencillez emotiva de sus obras, que le ha llevado a figurar en varias exposiciones y colecciones de arte naif dentro y fuera del país (Venezuela, Bolivia, República Dominicana, España y Estados Unidos). Suman ya 60 exposiciones entre personales y colectivas.

Por su apego a la naturaleza y expresión de la cultura campesina, la FAO (Organismo de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) cuenta con una exposición permanente de su obra y otras entidades y proyectos cubanos y extranjeros, la han tomado para sus campañas internacionales en favor de la sostenibilidad de la vida, la infancia, la mujer rural y la preservación del medio ambiente.

Aromas de mi tierra, que se expone en la Escuela Internacional de Cine y TV hasta el 20 de noviembre, es puente y aliento de la naturaleza que nos rodea.